Cuando la música no nos la descubrían los algoritmos
El otro día, zambullida en la nostalgia y en el blog de Jens Lekman, descubrí que su disco Oh You’re So Silent Jens (2005) hace diez años que no está en Spotify por temas de derechos de autor (Jens usa mucho sample, trocitos de otras canciones, en sus canciones). Según cuenta, al principio sintió cierto alivio por no tener que ser comparado siempre con su propio pasado, pero las consecuencias fueron mucho más allá.
Black Cab, por si no sois doctos en Jens Lekman, es una de sus canciones más populares. Al menos entre los fans que ya peinamos alguna cana.
Llevo desde entonces pensando mucho en el tema, en cómo descubríamos música antes y en cómo lo hacemos ahora. Una de mis historias favoritas, de hecho, es la de cómo Jens Lekman llegó a mi vida. Fue cuando estaba de Erasmus en Praga. En el segundo semestre, el invierno-primavera de 2005, me hice amiga de Karin, una chica sueca que acababa de llegar. Íbamos juntas a un par de clases sobre filosofía y medios de comunicación y solíamos quedar para estudiar —sí, tenía dos clases, pero juro que algo (no mucho) estudié ese año—. Como teníamos gustos musicales parecidos, a final de curso quedamos para intercambiar y grabar discos, en aquella época en la que una de las partes al hacer el equipaje para viajar o mudarte temporalmente a otro lugar era revisar y escoger qué cedés te llevarías.
Solo recuerdo uno de los discos que grabé y se vino conmigo a casa. Tenía muy pocas canciones, pero me encantaba. El cantante tenía una voz profunda maravillosa. Evidentemente, vosotros ya sabéis de quién hablo, pero yo no lo supe hasta casi un año después. Aunque era bastante cuidadosa a la hora de escribir en los discos quién cantaba, en esta ocasión no lo hice. Karin se volvió a Suecia y por alguna razón yo no le pregunté qué era eso que me estaba gustando tanto. Anoté «grupo sueco» en la carátula improvisada con un trozo de papel y seguí escuchando sin saber nada más.
Escuchar sin saber
Esta es una de esas situaciones que ahora ya no existen. Suponiendo que estés escuchando algo en formato físico y no sepas qué es, algo ya poco frecuente, tienes Shazam siempre a mano. En 2005 ya existía Google, pero se ve que aún no teníamos tan interiorizado lo de acudir ahí a la primera de cambio. Tardé unos meses en googlear algunos de los versos de las canciones que estaba escuchando y descubrir que el grupo sueco no era un grupo, sino un tipo (sueco, aquí sí acerté) que se llamaba Jens Lekman. Enseguida actualicé el papelito-carátula.
¿Cómo funciona ahora el descubrimiento musical? Todavía te pueden recomendar cosas tus amigos (yo a veces pido recomendaciones en Twitter), puedes leer prensa musical y escuchar la radio, pero la sensación es que detrás de todo están Spotify y su algoritmo y esas playlists en las que todo músico quiere entrar. Todo esto, claro, es la típica pataleta de señora mayor. Me parece que antes era todo más puro e inocente, pero a mi primera obsesión, Ocean Colour Scene, los descubrí en Los 40 Principales. Y ahí algún interés comercial había también.
Pienso también en lo que dice Jens de ese vacío que no existe si no lo conoces y me pregunto cuántos otros discos se habrán caído por el camino. Cuántos artistas a los que he descubierto en estos últimos años tienen un disco del que no sé nada porque no está en Spotify. Y pienso en eso tan maravilloso y extraño de escuchar algo durante meses sin saber qué es, solo que te gusta. Mi amigo M. trabaja en el archivo de sonido de la British Library y me contaba la última vez que nos vimos, en diciembre de 2019, que algunas de las cosas que escucha y tiene que catalogar son muy antiguas y no han sido escuchadas por nadie más casi desde su grabación.
Piratear un CD y no saber quién canta no es comparable, pero creo que hay una emoción compartida, la de que tu única fuente de información sea eso, lo que está entrando por tus oídos. Escuchar así, libre de prejuicios, sin saber. Cuando hacía cedés variados a mis amigos, me gustaba entregarlos sin lista de canciones. Esa la daba después, cuando me aseguraban que ya lo habían escuchado y me comentaban —si insistía— qué canciones les habían gustado más.
Me gustaría saber bastantes cosas. Cómo descubren los jóvenes música ahora y si sienten esa misma emoción, que supongo que sí, porque creo que tiene más que ver con la edad que con la tecnología. Cómo ha llegado esa gente joven que no conoce Black Cab a Jens Lekman y la alegría que tienen que sentir al ir más allá de Spotify y descubrir que tienen aún un montón de canciones sin escuchar. Y un poco cómo volver a escuchar música como lo hacíamos antes, con atención y sabiendo que era excepcional que ese disco hubiese llegado a nuestros oídos.
(Dicho esto, podéis recomendarme cosas).