Recuerdo los viajes
(Esto no lo escribí. Se lo dije a una aplicación de transcripción de audio para probarla. Escribir hablando es raro y es diferente).
Recuerdo los viajes. Recuerdo el nerviosismo de los días anteriores, el estrés pensando en todo lo que tenía que hacer antes de irme. Recuerdo que a veces incluso somatizaba ese estrés, como hago casi siempre, y recuerdo que cualquier mal que tuviese desaparecía en cuanto ponía un pie en una ciudad extranjera.
Recuerdo Oporto. Todas esas calles, esas tiendas, aquella vez que decidí no ir al último día del Primavera Sound porque hacía mal tiempo y estaba cansada y me fui a tomar un café a una terraza cubierta mirando el océano. Recuerdo que después me fui al cine a ver Isla de perros.
Recuerdo Londres. Londres todas esas veces, cada una con una razón distinta.
Recuerdo la primera vez con Lucía. Éramos pobres y lloviznó y nos comimos un sándwich mojado en un parque mientras mirábamos Buckingham Palace, sintiendo nuestra pobreza, nuestra situación en la parte baja de la escala social. Recuerdo también cómo nos subimos a un National Express e íbamos todo el rato cantando papapapararapapara. Recuerdo Londres este diciembre, cuando fui casi por sorpresa con Meri y con Raquel. Recuerdo que me puse enferma y me pasé un día en casa, pero también recuerdo los reencuentros de ese viaje y lo feliz feliz feliz que me hicieron. Aunque antes me doliese la barriga, como siempre que estoy nerviosa.
Recuerdo Alemania. El viaje que hice en mayo del año pasado para ir a ver a Better Oblivion Community Center y de paso a Kris, que vive en un lugar llamado Bremerhaven, una ciudad fea pero cerca de Bremen, que es preciosa, y recuerdo pasearla pasito a pasito pasito a pasito y buscar a todos los músicos de Bremen. Recuerdo nuestros viajes en coche, esas carreteras rectas y claras. Recuerdo que cogí el tren de Bremen a Colonia y Colonia no me gustó, pero el concierto mucho, y recuerdo también que estuve a punto de quedar con un amigo de hace 900.000 años, un amigo que vio en Instagram que estaba por allí y que me escribió, y que íbamos a quedar en la estación de tren pero al final no le dio tiempo y yo me fui al aeropuerto.
Recuerdo Los Ángeles, que no me gustó, pero que me hizo muy feliz porque me dio esa paz que tanto necesitaba, esa paz que creo que necesitamos todos ahora un poco también. Recuerdo mirar al infinito, que era lo único que quería. Y recuerdo estar en Echo Park después de quedar con Bart y pensar en las decisiones que había tomado que me habían llevado hasta allí. Decisiones como hacer un curso online una vez o escribirle a un músico al que no conocía para hacerle una entrevista otra vez.
Recuerdo México. México que nunca me había atraído y que me encantó. El único lugar del mundo en el que los aguacates no me sientan mal.
Recuerdo Italia, varios viajes a Italia. Recuerdo especialmente un road trip desde Sicilia hasta Nápoles, con Kris y con Iago y con Kerry, aunque luego yo fui hasta Roma sola y recuerdo ver Pompeya en noviembre cuando no había nadie y la Costa Amalfitana también ese mes sin gente.
Recuerdo otro viaje Italia y un tren que cogí una vez seguida otra de vuelta y luego de nuevo otra vez y de vuelta otra vez porque me olvide el móvil (¿este mismo móvil?) en un restaurante. Bolonia-Florencia-Bolonia.
Recuerdo Nueva York, Nueva York y Boston. Nueva York adonde fui a visitar a Nati y donde me encontré con Tera también. Boston donde fui al cine sola, una de mis actividades de viaje preferidas.
Recuerdo Argentina, la primera vez que crucé el océano. Recuerdo recorrer las calles de Buenos Aires a paso rápido porque había quedado con Jacinta, todo mientras cumplía 30 años, y recuerdo pensar en las horas extra de veinteañera que había ganado. Recuerdo Salta y Jujuy y las montañas de colores y sentir la altura al quedarme sin aliento al volver al autobús a por las gafas de sol.
Recuerdo ciudades francesas a las que fui solo para ver a Belle and Sebastian. Ciudades de las que no vi demasiado, aunque sé que son bonitas. Estrasburgo porque tenía que trabajar y no salí casi del piso. Burdeos porque hacía un tiempo horroroso. Pero valió la pena porque Belle and Sebastian siempre valen la pena.
Recuerdo primeros viajes también. Recuerdo Praga, por supuesto. Y recuerdo la primera vez en Berlín, un fin de semana de tiempo horroroso y pensar que, si me gustó así, cómo será en verano, y mudarme en verano un mes unos años después.
Recuerdo Viena. El primer viaje que no me gustó nada, un fin de semana ese mismo febrero de Berlín. Cómo pensé que era una ciudad fría, lúgubre, sin alma, y cómo lo repetí durante años hasta que después —no tanto tiempo después, aunque en mi cabeza sea como una era distinta— me mudé allí. Y cómo me enamoré y cómo vuelvo siempre que puedo y cómo volveré cuando nos dejen una y otra vez.
Recuerdo Noruega. Aquel viaje al que fui sola queriendo sola. Ir a Oslo y a Bergen. Recuerdo el tren en el que me quedé dormida y no vi aquellas maravillosas vistas y recuerdo aterrizar en Oslo pensando que ojalá el avión acertara, porque por la ventanilla era todo muy bonito, pero era todo agua, islotes, agua, islotes y decía, por favor, por favor, un islote, no agua.
Recuerdo Escocia. Recuerdo Glasgow y Edimburgo. Glasgow adonde fui dos veces, pero de la primera no me acuerdo mucho. La segunda en cambio la tengo grabada a fuego porque estaba sola. Recuerdo ir a sitios de Belle and Sebastian y hacerme una foto en el puente del videoclip de Dog on Wheels. Recuerdo, por supuesto, el concierto. Recuerdo abordar en el aeropuerto aún en Vigo a Elena y a Antonio como abordé a David un par de años antes, porque yo solo hablo con desconocidos cuando Stuart y compañía están por el medio.
Recuerdo todos los viajes a Portugal, adonde siempre vuelvo. Recuerdo el cansancio del Primavera Sound, pero también la felicidad. Recuerdo estar sentada en el césped antes de Sigùr Ros y decidir que iba a pasar el concierto allí tirada, pero que la música me atrajera como un imán, como la música me atrae siempre. Igual que en Estrasburgo cuando tocaban los teloneros y Sabe estaba sentada en el suelo y yo tuve que acercarme al escenario.
Recuerdo muchos viajes. Recuerdo por supuesto los países bálticos, viaje del que siempre hablo porque fue el primero que hice sola, porque necesitaba ir sola al norte a ver la luz. Recuerdo Finlandia con Saara y Anna y Aino y que fue creo uno de mis viajes preferidos porque fuimos a la casita del lago, nos bañamos en el lago y en el jacuzzi y estuvimos en la sauna y recogimos setas y bayas en el bosque.
Recuerdo muchos sitios y tantos otros que aún no recuerdo porque aún no he ido a ellos.