Sobre la (des)inspiración y la juventud y las semanas largas
Cuando empecé el blog, mi norma mental era hacer como si esto fuese una columna y actualizar una vez a la semana. Y aunque es fácil comprobar cotejando las fechas de las entradas con un calendario (o, vaya, contando) que mis semanas tienen cada vez más días, algo en mi cerebro me dice que lo mantengo. Pero es mentira.
Esta última semana fue de diez días porque no sabía qué escribir. Se me ocurrían ideas muy vagas que enseguida descartaba, mientras pensaba sintiéndome muy culpable en que si esto fuese una columna semanal ya me habrían despedido (pero no, porque habría cumplido, la presión externa es clave) y en todos los meses en los que pensé en que debería actualizar la Torre hasta que hubo que admitir que había abandonado.
Pensaba también con nostalgia en cuando era joven y escribía ficción o —en menor medida— cuando era joven* y escribía canciones. Las ideas me asaltaban de forma continua. Aparecían mientras entraba en la ducha o leyendo un libro o merendando. Una frase de la que tirar, una imagen que encajar en el folio. Nunca una trama porque mi especialidad siempre fueron los relatos de una carilla. Todo se desarrollaba mientras escribía y no editaba porque eran historias cerradas, testigos de ese momento de inspiración. Cualquier cambio era como una traición a mi yo de entonces.
Lo más fácil siempre es atribuir la falta de ideas a la vida adulta. ¿Cómo no me iba a inspirar todo si mi única obligación era ir a clase y hacer los pocos deberes y estudiar un poco? ¿Qué iba a hacer esos largos veranos en los que mis días consistían en ver la tele por la mañana, de Punky a Los Rompecorazones, comer, e ir a la playa por la tarde (o leer si llovía)?
Pero esto es tan mentira como que una semana puede durar diez días. No es el vacío libre de preocupaciones (otra mentira, yo era una adolescente atormentadita) el que ayuda a la inspiración, son las ideas. Al menos para mí, pero creo que le pasa a todo el mundo, las ideas llaman a las ideas. Cuanto más escribo, más inspirada estoy.
Es como apuntar los sueños. Si lo haces durante unos días —yo esto lo comprobé una semana que me dio por hacerlo—, cada vez recuerdas más sueños por noche y con más detalle.
Así que sí, intentaré que las semanas vuelvan a su duración estándar. Y si no sé qué contar, ya me inventaré algo.
* Ya sé que aún soy más o menos joven, pero me gusta mucho usar esa expresión.