PUES PARA SER PERIODISTA QUÉ POCO HABLAS, ¿NO?
Hace unos años escribí un artículo bastante personal en Matador Network sobre las cosas que mi yo de 20 años nunca creería de mi yo de 30 años. Y era muy positivo, pero también lo podía haber titulado «x ocasiones en las que la vida me ha hecho comerme mis palabras». Esas palabras muchas veces eran solo creencias que yo daba por hechos pero que no solía verbalizar en voz alta. Otras, como la que me ocupa hoy, recuerdo perfectamente cuándo y a quién se la dije.
«Oh, no, ¿periodista freelance? Yo nunca podría ser eso».
Fue en Viena hace diez años, supongo que acabando ya las prácticas que nos habían llevado hasta ahí y pensando nuestros futuros. Mi plan, que ahora me hace reírme un poco, era continuar por la senda de la comunicación desde el otro lado: escribir los textos de las webs, sus blogs, organizar un poco los contenidos. Esto me permitía escribir y no tener que hablar con mucha gente. Pero podía ser aburrido.
Yo no iba a ser freelance (y, por extensión, no iba a ser periodista) porque esa gente es extravertida e intrépida, porque no tienen problemas para llamar a alguien por teléfono, porque su red de contactos es siempre enorme y en expansión. Y yo… bueno, yo no.
Fue la crisis la que me hizo rellenar mi modelo 037 cuando me salieron las primeras colaboraciones (que eran fáciles y no requerían salir a buscar nada). Y fue Disquecool, que fue ya una decisión propia (en grupo) lo que me ayudó a descubrir que en realidad me gustaba hacer entrevistas y hablar con gente y contar lo que me contaban.
Creo que este post viene de mi vocación de servicio público que no me va a llevar nunca a la política (tendría que borrar todos mis tuits de noches eurovisivas), pero que sí quiere dirigirse a todo esos estudiantes de periodismo o recién licenciados que están hartos de oír:
—PUES PARA SER PERIODISTA QUÉ POCO HABLAS.
—Señor, igual es mejor cualidad para un periodista que escuche mucho.
La virtud de la invisibilidad
Muchas veces, mientras recojo la casa (qué adulting suena esto) antes de acostarme, escucho el podcast de Longform: son entrevistas a periodistas de esos que han dedicado meses a una historia, que investigan en profundidad y dan tiempo —porque se lo permiten— al reportaje que quieren hacer. Cuando les preguntan qué es lo más importante al ir con el sujeto o sujetos de su historia a ver cómo hacen lo que hacen (un grupo de música grabando un disco, los recogebasuras de Nueva York, un político en campaña), dicen que ser invisibles: lograr que la gente olvide que están ahí. Y que para eso en realidad ayuda bastante ser una persona tímida o introvertida, porque esa mimetización con la pared nos es muy natural.
También en las entrevistas se produce una dinámica distinta. Yo muchas veces tardo un poco (milésimas de segundo, pero que se notan) en hacer la siguiente pregunta cuando alguien acaba de responder, y no por técnica ni estrategia: normalmente en esos segundos eternos mi mente está en pánico gritando «¿CUÁL ERA LA SIGUIENTE PREGUNTA? OH, NO, OH, NO».
Y muchas veces, antes de recordarla (que siempre la recuerdo y bueno, si no siempre está ese cuaderno con las preguntas apuntadas) el entrevistado vuelve a hablar. Casi como si hubiesen aprovechado ese tiempo para reflexionar sobre lo que acaban de contestar, añaden: «y, bueno, también...» y esta segunda parte es muchas veces la más interesante.
Estoy escribiendo rápido y sin mucha estructura porque tengo un poco de prisa. El objetivo de este post es solo que se lo hagáis llegar a a jóvenes que estudian Periodismo y se preguntan dónde se han metido, creen que no se atreverán a hablar con nadie, que sus entrevistas estarán llenas de silencios incómodos. No lo van a estar y, si es así (vaya, tengo entrevistas guays pero también una a Emmy The Great que todavía no me explico cómo se había acabado a los 8 minutos), no pasa nada.
Y si lo de hablar con desconocidos os aterra, pensad que decir que sois periodistas ofrece una excusa, como un disfraz. No eres una persona loca que les ha hablado por la calle. Eres la persona que tiene legitimidad y razones socialmente aceptadas para hacerlo.
PD: Nada de esto quiere decir que no se pueda ser extravertido y buen periodista, claro. Pero ese es el mensaje que siempre nos da el mundo.