Mis 21 cosas favoritas de 2019
Se acaba el año y toca hacer repaso. Todo está lleno de listas de lo mejor de 2019 (y de lo mejor de la década, aunque quizá deberíamos guardar esas hasta dentro de un año) y yo no quiero ser menos. Cambio «lo mejor» por «cosas favoritas» (porque ¿quién soy yo para valorar así?) y en vez de dividirla en categorías va todo junto y revuelto: libros, discos, viajes, series, descubrimientos, lugares, cosas que hice… Ahí tenéis, para vuestro disfrute. El orden es totalmente aleatorio.
1. Better Oblivion Community Center
Lo recuerdo como si fuera ayer. Un viernes de febrero abrí Spotify y me encontré con una notificación que me decía que Conor Oberst y Phoebe Bridgers habían creado un grupo y lanzado un disco sorpresa. Dice Spotify que es lo que más escuché este año y tiene razón. Y eso que no sabe la de veces que puse el disco físico que compré cuando fui a verlos en Alemania. Es mi disco preferido de este año y mi recomendación musical número uno.
2. Museum of Jurassic Technology (Los Ángeles)
En noviembre acabé en Los Ángeles un poco a regañadientes. Una vez allí, abrumada por el tamaño de la ciudad y mi tiempo tan limitado, hojeé el librito con instrucciones y recomendaciones que había en el Airbnb en el que me alojé y me encontré con tres líneas dedicadas a este museo de nombre tan curioso. Aparecían las palabras weird (raro) y quirky (extravagante) y estaba a medio camino entre sitios que quería visitar, así que allí me fui. No sé muy bien qué decir de él sin romper el encanto de la sorpresa. Entre museo y gabinete de curiosidades, te tendrá boquiabierto todo el rato. Al salir, cuando busques información, llegará la segunda sorpresa.
3. Leer y escribir sobre las Spice Girls
Leí el libro What Would the Spice Girls Do?, de Lauren Bravo, y me reconcilié con ese pasado. Me inspiró para este artículo en Disquecool.
4. The Second Shelf
A principios de diciembre fuimos a Londres con esta librería —descubierta por Raquel— en lo alto de la lista de lugares que queríamos visitar. No decepcionó. En una plazoletita-callejón cerca de Brewer Street, espera esta librería en la que venden solo libros escritos por mujeres. Mucha edición antigua y rara y escritora olvidada y una estantería entera dedicada “obscure victorians”.
5. As mulleres que opinan son perigosas
El encuentro de mujeres columnistas organizado por las periodistas Diana López Varela y Susana Pedreira celebró su segunda edición en marzo y, de nuevo, fue una maravilla. Por el Teatro Principal de Pontevedra pasaron Pepa Bueno, Marta Sanz, María Xosé Porteiro, Lucía Mbomio, Tati Moyano… Siempre salgo de allí con ganas de escribir opinión, un poco enfadada por cómo va el mundo y a la vez sintiéndome arropada por, sí, esa sororidad que se vive en las jornadas. ¡Espero que en 2020 repitan!
6. Mi año de descanso y relajación, de Ottessa Moshfegh
Devoré este libro en dos tardes. Es irónico, es divertido y es triste pero esperanzador, y creo que que te guste o no depende un poco de tu generación. A mis padres no les emocionó y en el club de lectura al que voy (sí, se leyó porque lo dije yo, que desde hace un par de meses estoy al mando) no tuvo mucho éxito entre las dos mayores. Da también un poco de miedo que seamos los «jóvenes» (menores de 50) los que entendamos que alguien quiera pasar un año durmiendo a base de somníferos y otras drogas.
7. La semana sin plásticos de Patricia Gosálvez
En realidad, cualquier cosa que escriba la periodista de El País Patricia Gosálvez es digna de ser devorada, pero su diario de cómo vivió una semana intentando no usar plásticos fue de verdad sublime. Más adelante escribió una actualización de cómo llevaba el tema meses después y tampoco tiene desperdicio.
8. Fleabag
La primera temporada ya me encantó, pero la segunda, oh, la segunda. Si la habéis visto ya lo sabéis, aún tenéis grabadas varias escenas, los confesionarios son ahora algo distinto para vosotros, los zorros tienen significado y sabéis que el final quizá no era el que queríais, pero que fue el perfecto.
9. Volví a ver a Belle and Sebastian
No fue en Lisboa, como había planeado, sino en Burdeos, pero qué importa dónde, lo importante es que sus conciertos siguen siendo para mí una garantía de felicidad. Pasé muchísimos años sin verlos porque aún no viajaba para ir a conciertos y porque tuve una época en la que Stuart no me caía del todo bien, pero gracias al disco Girls on Peacetime Want to Dance (2015) me reconcilié y rendí a ellos ya del todo. No fue como 2018, cuando los vi tres veces, pero con una vez al año me conformo. En 2020 espero que sean de nuevo una excusa para viajar.
10. Escribir sobre la amistad
Este año empecé a colaborar con Verne, donde suelo escribir sobre relaciones humanas, y hay un tema que se ha convertido en mi favorito: la amistad. Y tras descubrir cosas como que hay muchísimos estudios sobre la amistad en niños y adolescentes y muy poquitos en comparación sobre la amistad entre adultos, me gusta mucho más escribir sobre el tema. Me encanta pedir testimonios en redes sociales y recibir aluviones (bueno, no siempre) de respuestas de gente contándome cuánto quiere a sus amigos. Reivindiquemos su importancia.
11. Klimahaus (Bremerhaven)
Bremerhaven es uno de esos lugares a los que solo fui porque conozco a alguien allí. La ciudad, en fin, es más bien fea, pero fui a este museo y me encantó. Un nativo de Bremerhaven dio la vuelta al mundo siguiendo el meridiano 8ºE (y el del otro lado, el 172ºO), estudió el clima de cada sitio y montó este museo enorme en el que nos permite hacer el viaje climático.
12. La OLA y la Flecha de Carmen Pacheco
Mi primer recuerdo de Carmen Pacheco es un artículo que publicó en SModa que se llamaba «La maleta de vuelta» o algo así y que hablaba de volver cuando llevas un tiempo fuera o de viaje (ya no está online o por lo menos yo no lo encuentro). Desde entonces soy fan incondicional, devoro todo lo que escribe (¡incluida su novela!) y la recomiendo sin parar. Ahora ya no hace falta porque mucha más gente la conoce. Desde hace un par de años mejora nuestros sábados de verano con una newsletter fantástica, OLA, llena de reflexiones y recomendaciones. En 2019 se dio cuenta de que la echábamos de menos el resto del año (y ella a nosotros), así que cada dos sábados nos llega Flecha, una newsletter menos estival, más personal e igual de fantástica.
13. Mi playlist «Casi 35»
El 19 de julio, víspera de mi cumple, pasé un par de horas en Spotify creando una lista enorme con los discos que más me han gustado de los últimos diez años, de la década del 2000 y de los años 90. Dura 79 horas y 12 minutos y me encanta ponérmela en aleatorio y sorprenderme con canciones que hace años que no escucho. Si queréis algo más abarcable, en 2019 seguí sumando canciones a mi playlist «again and again and again», con canciones que alguna vez he escuchado en bucle.
14. Juego de tronos
Pasé todos estos últimos años sin ver ni un solo episodio. Un día después de que acabase, me dije: «bueno, venga, vamos a ver de qué va esto». Fueron dos meses muy intensos y me alegro mucho de poder participar en las conversaciones y entender las referencias.
15. Focusmate
Lo uso menos de lo que debería, pero funciona. Una plataforma en la que conectas por videollamada con alguien del mundo, os contáis en qué vais a trabajar los siguientes 50 minutos y luego reconectáis para ver qué tal os ha ido. Una extraña chatroulette de la productividad que da muy buenos resultados. Lo conté en Disquecool.
16. Enviar tarjetas navideñas
Un poco influida por haber estado hablando con gente que aún escribe cartas, cuando en el V&A en Londres vi que tenían christmas no me pude resistir. Diría que es la primera vez en mi vida adulta que los envío, pero espero que no sea la última.
17. El disco de Jens Lekman y Annika Norlin
Se llama Correspondence y os hablé de él por aquí. Es una maravilla extraña llena de ternura y empatía e historias muy de 2019, todo en forma de canciones que son cartas o cartas que son canciones.
18. Years and Years
Hay series de terror y luego está Years and Years, una miniserie de esas que te dejan un poco temblando y un poco con ganas de meterte en una cueva y no salir nunca. Tan distópica, tan cercana y tan plausible. Cuando Boris Johnson ganó las elecciones hace unas semanas, alguien puso en Twitter que empezábamos el primer episodio. Y, bueno, estamos ahí, ¿no?
19. My Worst Journey, de Jan Morris
Es un texto muy cortito que me encontré dentro del libro Bad Trips, de Keath Fraser, donde distintos autores cuentan sus peores experiencias viajeras. Entre historias de terror y grandes anécdotas, el texto de Jan Morris es un pequeño oasis que te deja tranquila y feliz tras leerlo, pensando que en realidad viajar por placer es algo siempre maravilloso. Jan Morris es una periodista e historiadora galesa que hizo cosas como subir al Everest con Edmund Hillary (como James Morris; Jan es trans y cambió de sexo en los 70) y ver el mundo siendo tratada tanto como hombre como como mujer, así que su visión es siempre fascinante. El textito en cuestión no está´online, pero si me lo pedís os lo envío en tres pantallazos de Kindle (en inglés).
20. Esta canción de Oh! Ayatollah
La estrenaron hace nada a través de Vinte y ahora solo quiero ir a un concierto y que la cantemos todos juntos.
21. Empezar este blog
Llevaba bastante tiempo queriendo hacerlo. Tengo blog casi desde que vivo en internet y echaba de menos tener este espacio para mí, un lugar en el que contar cosas más o menos personales, en el que reflexionar o quejarme o recomendar, en el que escribir y publicar lo que no tiene cabida en mi versión profesional, en el que practicar para cuando algún medio me encargue una columna semanal. No he sido muy cumplidora con las fechas y plazos (existentes solo en mi cabeza), pero me alegra haber llegado al final de 2019 pudiendo decir que he mantenido este espacio algo vivo. Dejadme que de paso os dé las gracias a mis poquitos pero apreciadísimos lectores. Me encantaría hablar más con vosotros. Comentad, escribidme, decidme que estáis ahí.
Feliz año, aunque sea el fin del mundo. Contadme qué os gustó a vosotros de vuestro 2019. De 2020 ya hablaremos a partir de mañana.