Nunca quise ir a LA
La primera vez que pude ir a Los Ángeles tuve tan poco tiempo para tomar una decisión que decidí no hacerlo. Pisé solo su aeropuerto y un hotel cercano y pasé cinco días en Laguna Beach, una hora al sur. Volví al aeropuerto y volé a Vigo.
Era un evento de trabajo y los vuelos estaban pagados y podía haber dicho que el de vuelta lo reservasen unos días más tarde o el de ida unos días antes. Por supuesto, todo el mundo me decía que lo hiciera, que aprovechase. Pero Los Ángeles nunca había estado entre mis prioridades viajeras y yo funciono mal con presión social y, lo más importante, llevo muy mal que alguien tome decisiones por mí (si no lo he elegido yo, claro, en realidad me encanta delegar decisiones que me paralizan). Ya iría a Los Ángeles, si iba, en otra ocasión, cuando yo eligiese fechas, cuando el viaje no viniese un poco impuesto.
(Soy algo idiota).
Todo eso fue hace dos años. Hace unos meses, empecé a soñar con una semana portuguesa en noviembre. Me encanta viajar en noviembre para huir de mi mes menos favorito y el destino me ofrecía una oportunidad de oro. El día 6 tocaban Belle and Sebastian en Lisboa; el día 9, The Divine Comedy en Braga. Iba a ser una semana de introspección y música.
Entonces anunciaron el evento de trabajo de este año, de vuelta en Laguna Beach. Del 4 al 8 de noviembre. Lo llevé un poco mal.
Primero pensé en no ir, pese a todos los «pero ¿cuántas veces has visto ya a B&S y a Neil?» (¡NO LAS SUFICIENTES! ¡Y ERA MI SEMANA PORTUGUESA!). Luego respiré hondo y decidí abrazar mi espíritu posibilista y ver dónde más tocaban mis amados escoceses (no busqué gira de The Divine Comedy y esto, como descubriría más adelante, fue un error**). Estaban la semana anterior por Francia. Tracé un plan: ir a verlos a Burdeos el día 2, volar desde ahí a LA el día 3, y volver el viernes 8. Llegaría el sábado 9 a Vigo, a tiempo para ir a Braga a saludar a Neil.
¿Los Ángeles? Quedaría para otra.
Mi ambicioso plan para no renunciar a nada se cayó cuando en mi plan de viaje resultó que el avión de vuelta me iba a dejar en Vigo el sábado 9, sí, pero a las 8 de la tarde. Algo justo —aunque posible, sé que sí— para ir a un concierto en Braga esa misma noche. Un poco a regañadientes, dije que bueno, que ampliaba el viaje. Que si había que ver Los Ángeles, lo vería.
Ciudades feas con lugares bonitos
Estos días, cuando me preguntan, digo que Los Ángeles me gustó más de lo que esperaba. Aunque es más que me gustaron los lugares a los que fui en LA, pero no la ciudad. Santa Mónica, el observatorio Griffith, la biblioteca, el Museum of Jurassic Technology, Echo Park (solo fueron dos días y medio, no me dio para más). En todos esos lugares fui bastante feliz e hice muchas fotos y pensé que viajar es maravilloso y que, bueno, me alegraba de haber cambiado de planes aunque hubiese sido de forma algo forzada.
Pero la ciudad en sí eran autopistas y grandes avenidas desangeladas y feas y llenas de contrastes entre ricos y pobres extremos. Mientras recorría Santa Monica Boulevard en Uber (lo hice mucho porque vivía a dos minutos) en mi cabeza sonaba All I Wanna Do de Sheryl Crow y miraba algo ensimismada por la ventanilla y nunca pensaba que me gustaría bajarme ahí.
Entiendo la fascinación —hace buen tiempo todo el rato y en general se respira una atmósfera relajada— y entiendo el odio. No sé si volveré, pero si lo hago no será a regañadientes. Es una ciudad rara y no especialmente bonita, pero con lugares que aún no he visto y que sé que me gustará ver. Y en mí tuvo el efecto que buscaba: la tranquilidad, la relajación, el sentarme bajo el sol y ver cómo se me ponen las manos morenas. Como escapada para olvidar noviembre no estuvo nada mal.
* Belle and Sebastian, por si os interesa, dieron un concierto perfecto. Como sé que Los Ángeles es para Stuart lo que para mí es Viena, le pedí recomendaciones por Twitter (en Twitter somos básicamente BFF) y me dijo que el parque y el observatorio Griffith. Ya estaba en mis planes porque yo solo quería pasar unos días mirando al infinito (¿y qué hay más infinito que el universo?), pero me gustó como confirmación de que había elegido bien. En Burdeos no pudimos huir de noviembre, pero sí lo hicimos durante el par de horas que duró el concierto.
A nice walk in Griffith Park, up to the observatory..
— stuart murdoch (@nee_massey) November 3, 2019
** The Divine Comedy tocaron el día 1 en Burdeos. Yo llegué el día anterior. Me enteré el día 1 por la noche, al ver sus publicaciones de «gracias, Burdeos, en Instagram.