Cómo fijar el recuerdo de un lugar
Estas últimas semanas, a veces en Instagram me aparecen unas stories que muestran unas calles que sé de forma instantánea que son de Bergen. Creo que son las que suben a su cuenta Kings of Convenience (la abrieron hace poco y el viernes sacan single nuevo), pero también podrían ser ellos por separado (los sigo a los dos) o podría ser Sondre Lerche, aunque él es más de grabarse hablando. No sé quién las sube porque me fijo, confirmo que es Bergen por el usuario, y olvido quién fue. Porque lo importante para mí en ese momento es saber que sí, que claro que reconozco el paisaje.
Es muy curioso porque esa sensación la tengo solo con esta pequeña ciudad noruega. Si veo fotografías de algún otro lugar en el que he estado, lo reconozco y recuerdo, pero no me traslado de esa forma inequívoca con una única imagen que no muestra un lugar conocido. Es decir, si veo una foto de Viena es muy probable que la reconozca si es una calle o rincón por el que me he movido lo suficiente, pero si no es así siempre me queda la duda, un casi-seguro-que-es-Viena-pero-a-lo-mejor-es-otra-ciudad-centroeuropea. Con Bergen sé con certeza. Y no son imágenes de la parte baja típica de postales. Son fotografías hechas desde una calle alta.
Me sorprende principalmente porque en Bergen estuve solo cuatro días hace casi 13 años. Fue un viaje que hice sola en las únicas vacaciones como asalariada que he tenido en mi vida y de verdad que casi siento el aire húmedo y huelo el mercado de pescado y noto las manos frías y mojadas intentando entender aquella extraña divisa con la que pagaba cosas sin pensar en el cambio. Era julio, pero en Bergen llueve mucho (en Oslo, en cambio, hizo un tiempazo perfecto de sol y 25 grados). Trepaba y me maravillaba en cada esquina. Aquella persona que recorrió Bergen esperando encontrarse a Sondre o Eirik (Erlend vivía por Berlín) todavía creía que odiaba Viena y no sospechaba que en un par de meses iba a mudarse a la capital austríaca y enamorarse, pero era la misma persona que soy hoy.
Pienso en la diferencia entre ese viaje y otros de los que guardo menos recuerdos y creo que lo básico es que no iba con nadie. Y de verdad que me gusta (o me gustaba, quién sabe qué viajera seré en la pospandemia) viajar con amigas, pero esa seguridad de contar con más pares de ojos hace que en cierto modo absorba menos. De otros viajes con gente recuerdo también más en alta definición los momentos en los que nos separábamos. De pronto el mundo es mío y nada más reclama mi atención y yo me convierto en una especie de plastilina en la que la calle, el aire y las casas imprimen sus huellas.
Pero Bergen es distinto a otros lugares a los que fui sola. Esa semana en Noruega pertenece a una época en la que yo vivía enamorada de todo lo nórdico —ahora también, pero quizá con menos fascinación— y sentía que la presencia de acompañantes en mi viaje no me iba a dejar disfrutar de la luz y el cielo que buscaba y que ya había encontrado en los Países Bálticos tres años antes, en mi primer viaje en solitario. (Y ahora os podéis reír conmigo: justo antes de volar a Oslo, con 23 años, sentí un poco de miedo por si ya era muy vieja y ya no era capaz de viajar sola).
La lluvia tiende a fastidiarme los viajes, pero en Bergen no me importó porque era una pequeña peregrinación a un lugar del que había salido música que me gustaba y porque de pronto paraba de llover y aparecía un cielo azul precioso y la luz hacía que los colores de las casas fueran más vivos.
Había bosque muy cerca y una isla a la que fui a ver una iglesia y un invernadero del que comí y madera mojada y una tienda dedicada a la navidad que no me pareció rara en pleno mes de julio. Y mientras paseaba por allí cantaba Two Way Monologue y I don’t know what I can save you from y era muy feliz y, concluía, no tan vieja.
(Año y pico después, en noviembre de 2009, Kings of Convenience tocaron en Vigo y los recibimos con mucha lluvia y mucho entusiasmo. Yo ya había cambiado Viena del odio al amor).
(El vídeo es de unos años más tarde, pero sale Bergen desde arriba. Mis fotos de Bergen están aquí).